lunes, 29 de agosto de 2011

Las seis caras del cambio

He estado leyendo a través de los Grupos de Linkedin un artículo que me parece muy interesante sobre la gestión del cambio y las diferentes actitudes que se suelen adoptar en estos casos. Además, tiene una relación muy directa con el proyecto que he puesto en marcha a través de Mi HR PARTNER, ya que la asunción de nuevos clientes con la filosofía partner implica de un lado una preparación extraordinaria desde el punto de vista actitudinal y de otro alerta de la posible existencia en la empresa cliente de determinadas actitudes tanto de resistencia como de optimismo desmesurado que conviene ser tenidas en cuenta.

La seis caras del cambio
Desde hace unos meses estoy preparando una nueva conferencia que presentaré en Noviembre bajo el título: "180grados. Un método para cambiar y que las cosas cambien".

Para ello he estado documentándome, escuchando y leyendo diversas fuentes relacionadas con la gestión del cambio, las cuales he combinado con mis experiencias como Interim Manager antes de conformar un contenido que aporte una visión útil acerca de un tema que creo que es la clave para la supervivencia de muchos profesionales y organizaciones en la actualidad: Desarrollar su capacidad para realizar y adaptarse a los cambios.

Si bien, mucho se ha escrito de la capacidad de liderar un cambio y sobre diversas teorías de las fases y etapas del cambio, a mí siempre me ha llamado la atención que se habla del mismo como de un proceso que "se lanza y rueda" a nuestro alrededor y que muy ocasionalmente se habla de los perfiles de las personas participan en él.

Y cuando digo participar en el proceso de cambio, me refiero a tanto tomar parte activa (Apoyándolo) como pasiva (Obstruyéndolo). Porque todos habremos vivido en algún momento, situaciones en las que al intentar poner en práctica alguna iniciativa, encontramos tanto fieles seguidores como detractores, ¿no?

Leyendo el libro "La sabiduría de la tortuga" del autor Jose Luis Trechera, me ha llamado la atención una simpática clasificación de los perfiles que podemos encontrar a la hora de abordar una situación de cambio.

Estoy totalmente de acuerdo con H.R. Thoreau cuando escribió que "las cosas no cambian, cambiamos nosotros" ya que especialmente me llama la atención observar qué actitud adoptamos para afrontar dichos cambios. Cambios que por otra parte no siempre han de ser generados por nosotros mismos, sino que nos pueden venir dados desde el exterior con (cada vez más) un escaso margen de maniobra.

Somos animales de costumbre y es por ello que todo lo que nos saque de nuestro círculo de confort, de seguridad, de estabilidad, como que... no nos resulta grato. Es por ello que con frecuencia "reaccionamos a la defensiva".

Pero en cambio, cuando la idea nos seduce, cuando lo vemos claro... entonces sí que nos convertimos en "motivadores y empujadores natos". Las barreras caen, las dificultades se desvanecen y nos atrevemos con todo y con todos.

Y somos la misma persona, ¿no? ¿Qué pasa entonces? ¿Por qué mostramos esa "bipolaridad" de rechazo-aceptación?

Cuando adoptamos posturas de rechazo, todo lo vemos como una amenaza. Y desde este punto de vista reaccionamos planteando un ataque frontal a cualquier cuestionamiento que rompa el "status-quo" establecido. En el fondo nos vemos inseguros y nos defendemos buscando la seguridad de lo ya conocido. Es como si quisiéramos hacer el viaje en un coche en el que el espejo retrovisor fuera mucho más grande que el limpiaparabrisas delantero de nuestro coche.

Como reflejo de nuestra conducta de rechazo, podríamos vernos reflejados en alguno de los roles siguientes:
  • El rol "Taliban". Cuando lo asumimos, nos comportamos como fundamentalistas que suponen que todos caminamos hacia nuestra propia autodestrucción porque no tenemos claro dónde está la verdad. Ante tan "aterrador" futuro, imponemos soluciones liberadoras de lo más drásticas y agresivas con el fin de eliminar cualquier atisbo de innovación. Enarbolamos el estandarte de "hay que destruirlo antes de que nos destruya" y en consecuencia, operamos en nuestro día a día.
  • El rol del "Cofrade del Santo reproche". Nos volvemos nostálgicos del pasado, nos aferramos al ayer y nos lamentamos de lo que se ha perdido y la seguridad que nos proporcionaba. Se nos puede oír frecuentemente decir aquellos de "cualquier tiempo pasado siempre fue mejor..." "¡Ya no es como antes, antes sí que nos iban las cosas bien!"
  • El rol "Tradicionalista". Nos esforzamos en apoyar y reforzar todo aquello que potencie el status-quo y que nos ayude a no tener que plantear ninguna postura crítica. Vamos, algo así como "sigamos haciendo lo que hemos hecho siempre, que para eso está escrito y muy clarito". Como principal argumento, ante cualquier propuesta, se nos oirá decir aquello de "si nos ha ido bien hasta ahora, ¿por qué hemos de cambiarlo?"


Por otra parte, cuando adoptamos posturas de aceptación, nos "iluminamos" y todo lo vemos como una progresión permanente hacia algo mejor. Y desde este punto de vista reaccionamos entendiendo que los avances que logramos son signos de que estamos vivos. En estos casos, el pasado no supone un lastre, sino que las experiencias vividas nos aportan herramientas que nos ayudan a afrontar las nuevas situaciones que se nos presentan.

Como reflejo de nuestra conducta de aceptación, podríamos vernos reflejados en alguno de los roles siguientes:
  • El rol del "Moderno Prometeo". Nos ilusionamos tanto que nos volvemos "optimistas desmesurados" que pasamos por alto dificultades que pueden ser bastante importantes. Creemos que el esfuerzo, el trabajo y los avances científicos vamos a salvar todas las dificultades que encontremos en el camino sin ni tan siquiera habernos parado a reflexionar sobre cuáles son los detalles de lo que nos vamos a encontrar en el camino. Se nos oirá decir aquello de "no te preocupes por nada, ya lo resolveremos cuando lleguemos".
  • El rol de "Neofilio" (amante de lo nuevo). Nos "superiluminamos" y comenzamos a aceptar sin cuestionar cualquier innovación. Al entender que todo lo nuevo ha de estar bien, podemos parecer hasta ingenuos, ya que parece que lo que importe sea no perder el tren de la modernidad y que lo importante es estar a la última. La última tendencia en Management, la última innovación en maquinaria, una reciente teoría en gestión de recursos humanos... resultan irresistibles para este rol
  • El rol del "Realista-pragmático". Nos convertimos en "optimistas escarmentados" y ponemos ciertas reservas con el intento de asegurar los avances. Si no llevamos cuidado con las "pegas" que expongamos, a veces incluso se nos podrá tachar de "tocapelotas", por lo que deberemos añadir una cierta dosis de ilusión a la expresión de "despacito y con buena letra".


Opino que ninguno tenemos un rol único y exclusivo a la hora de afrontar las situaciones de cambio. Ante el mismo proyecto de cambio, entiendo que reaccionaríamos de distinta forma en situaciones diferentes, ya que nuestra postura varía en función de muchos aspectos. Aspectos clave como la situación personal, el ánimo, etc. y que muchas veces no es solo el proyecto lo que te puede llevar a tomar una postura de aceptación o de rechazo, sino que el entorno en el que dicho cambio ha de realizarse, ha de ser tenido en cuenta y hemos de gestionarlo con el mismo cuidado con que gestionamos todos y cada uno de los detalles del desarrollo del proyecto.

Afirmaba simpáticamente Trechera que "el único cambio que aceptamos es el de los pañales, y es porque no podemos protestar". O sí, pero la verdad es que no nos hacen mucho caso, porque afortunadamente para nosotros hay alguien que sabe lo que es mejor, toma el control de la situación y hace que el cambio se lleve a cabo...
Autor: Santiago Pérez Castillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario